Un fallo histórico en Corea del Sur ha destacado cómo los activos digitales pueden impulsar el espionaje de Corea del Norte, después de que un operador de intercambio de criptomonedas ayudara a apuntar a los sistemas militares centrales del país.
Summary
El Tribunal Supremo confirma penas de prisión por espionaje vinculado a criptomonedas
La 3ª División del Tribunal Supremo de Corea del Sur ha ratificado el veredicto de un tribunal inferior contra un operador de intercambio de criptomonedas de 40 años, identificado solo como Sr. A, por intentar robar secretos militares para Corea del Norte.
El Sr. A fue condenado por violar la Ley de Seguridad Nacional y recibió una sentencia de prisión de cuatro años, seguida de un período de suspensión de cuatro años. Además, el tribunal enfatizó que actuó por ganancia económica mientras ponía en peligro la seguridad nacional.
El fallo también confirmó una condena separada para un oficial del Ejército en servicio activo, conocido como Sr. B, quien fue reclutado en el esquema. Fue sentenciado a 10 años de prisión y multado con 50 millones de won bajo la Ley de Protección de Confidencialidad Militar.
Contacto por Telegram, alias Boris y recompensas en Bitcoin
Según los registros judiciales, el complot de espionaje comenzó en julio de 2021, cuando el Sr. A recibió instrucciones a través de Telegram de un individuo que usaba el alias «Boris», sospechoso de ser un hacker norcoreano.
Bajo la dirección de Boris, el Sr. A se acercó al Sr. B, un oficial en servicio activo de 30 años, ofreciendo criptomonedas a cambio de información militar clasificada. Sin embargo, las autoridades dijeron que el enfoque era parte de un intento más amplio de penetrar en los sistemas de defensa clave en lugar de un robo de datos aislado.
La fiscalía dijo que el operador del intercambio de criptomonedas y el oficial recibieron transferencias sustanciales de Bitcoin como pago por sus roles. El caso subrayó cómo los activos digitales pueden ser utilizados para financiar el robo de secretos militares y operaciones de acceso encubierto.
Apuntando al Sistema Conjunto de Comando y Control Coreano
La red de espionaje se centró en violar el Sistema Conjunto de Comando y Control Coreano (KJCCS), una red central utilizada por las fuerzas armadas de Corea del Sur. Además, los investigadores dijeron que el sistema fue específicamente señalado por Boris como un objetivo estratégico.
El Sr. B utilizó herramientas de espionaje especializadas, incluyendo una cámara oculta incrustada en un reloj y un dispositivo de hacking en forma de USB llamado Poison Tap. El dispositivo de hacking Poison Tap fue diseñado para detectar y extraer datos sensibles, permitiendo el acceso remoto a laptops e intentos de infiltrarse en la infraestructura de defensa de Corea del Sur.
Las autoridades confirmaron que el Sr. B obtuvo con éxito credenciales de inicio de sesión para el KJCCS y las pasó tanto a Boris como al Sr. A. Dicho esto, el intento de hacking real contra el sistema finalmente falló, evitando el compromiso directo de las redes militares en vivo.
Pagos en Bitcoin e intentos de expansión
Los hallazgos del tribunal muestran que el Sr. A recibió Bitcoin por un valor aproximado de 700 millones de won, o alrededor de $525,000, por su papel en el complot. El Sr. B fue pagado con Bitcoin valorado en 48 millones de won, alrededor de $36,000.
Los investigadores revelaron que el Sr. A luego intentó expandir la conspiración acercándose a otro oficial en servicio activo con una oferta de pago en bitcoin por secretos, específicamente organigramas militares. Sin embargo, ese oficial rechazó la propuesta y no participó.
El tribunal señaló que este intento de reclutar a más personas internas mostró un patrón de actividad organizada en lugar de un contacto oportunista único, profundizando las preocupaciones sobre el espionaje cibernético de Corea del Norte a través de incentivos financieros pagados en activos digitales.
Razonamiento del tribunal e implicaciones para la seguridad nacional
En su sentencia escrita, el Tribunal Supremo encontró que el Sr. A «al menos era consciente del hecho de que estaba tratando de detectar secretos militares para un país o grupo hostil a la República de Corea». Además, los jueces concluyeron que sus acciones constituían una clara violación de la ley de seguridad nacional.
El tribunal enfatizó que el Sr. A cometió un crimen que «podría haber puesto en peligro a toda la República de Corea», y que la gravedad del delito justificaba una estricta sentencia de prisión. Tanto el tribunal de apelaciones como el Tribunal Supremo acordaron que el castigo original debía mantenerse.
El caso ilustra cómo una operación de espionaje de Corea del Norte puede combinar instrucciones encubiertas enviadas a través de aplicaciones como Telegram con incentivos en criptomonedas y equipos de espionaje especializados. También destaca cómo las monedas digitales como Bitcoin están siendo integradas en operaciones de inteligencia modernas que apuntan a sistemas como la red de comando conjunto coreano.
En general, el fallo confirma sanciones significativas para aquellos que comercian datos sensibles por criptomonedas, señalando que los tribunales surcoreanos responderán con firmeza a cualquier espionaje impulsado por activos digitales contra la infraestructura militar y estatal del país.

